El empresario que engañaba a sus clientes por apariencia
El nombre de Alberto Vilar ha resonado durante años como sinónimo de generosidad en el mundo de la ópera y las artes. Era visto como un mecenas capaz de donar millones de dólares a teatros y proyectos culturales, disfrutando de la imagen de un “filántropo de renombre mundial”. Sin embargo, detrás de esta fachada brillante, se ocultaba una historia mucho más complicada.
Su fortuna, en gran parte, se alimentaba de estafas a sus propios clientes. Invertir con Vilar resultó ser, para muchos, una verdadera trampa. Mientras hacía gala de donaciones millonarias y un estilo de vida lujoso, gran parte del dinero provenía de personas que habían confiado en sus promesas de retornos seguros. La desilusión fue grande para aquellos que pusieron su confianza y dinero en sus manos.
La historia de Alberto Vilar
Alberto Vilar fundó Amerindo en 1979 junto a un socio, y durante la burbuja tecnológica de los 90, su empresa tuvo un ascenso espectacular. Muchos inversores, incluidos grandes nombres del ámbito financiero, confiaron en sus promesas de rendimientos sólidos. Con esos fondos, comenzó a presentarse como un gran benefactor, declarando haber prometido y donado cerca de 250 millones de dólares a instituciones culturales, educativas y hospitales.
A pesar de estas impresionantes cifras, la realidad era otra. Con el estallido de la burbuja tecnológica, las promesas de donación no se cumplían. Para mantener su imagen de magnate generoso, Vilar comenzó a utilizar el dinero de los inversores, desviándolo a gastos personales y donaciones que no siempre se concretaban.
La condena de Alberto Vilar antes de su muerte
En 2008, Vilar fue declarado culpable de varios delitos, entre ellos conspiración para cometer fraude, y sentenciado a nueve años de prisión. Además, recibió una multa importante y tuvo que devolver cerca de 22 millones de dólares, lo que incluyó la pérdida de sus fondos corporativos. La noticia fue un golpe tanto para sus seguidores como para quienes se sintieron estafados.
Después de cumplir su condena, Vilar fue liberado en 2018 y permaneció bajo supervisión. Lamentablemente, falleció el 4 de septiembre de 2021 en su hogar en Queens, Nueva York. Su muerte ocurrió apenas días antes de la reapertura del teatro que tanto había apoyado. Aunque su legado en el mundo del arte fue significativo, el trasfondo de su historia deja una sensación agridulce.